Archivo
Los que nunca pierden
Hay lugares donde habitan unos seres que tienen la capacidad de no perder. Nunca. Se dice que entre sus poderes se encuentra el de cambiar la realidad. Estos seres se enfrentan a la realidad, le dan la vuelta, pero no de arriba hacia abajo, sino de dentro a fuera y la dejan con las tripas al aire para, de esta manera, poder moldearla hasta conseguir la forma que ellos desean que tenga. Luego, van haciendo pequeños moldes de realidades paralelas y finalmente se dedican a pregonarla por ahí.
De esta realidad, que no es real, hay ejemplos visibles. Toneladas de petróleo que se convierten en finos hilillos de plastilina, armas de destrucción masiva que son invisibles, beneficios que no existen en las cuentas de algunos bancos, viajes de placer convertidos en viajes de trabajo o rescates convertidos en una ayudas financieras estupendas. Tienen una manera peculiar de entender los recortes en gastos, pero siempre consiguen darle la vuelta a esa realidad (también).
Se dice que viven en sus burbujas (en propiedad, nunca alquiladas) y que caminan sin mirar hacia abajo (se rumorea que hacen esto para evitar ver cosas que les son desagradables como personas sin hogar pidiendo).

Foto: El Mundo 22 de Marzo de 2011
Se desplazan en coches lujosos de cristales tintados. Casi nunca conducen. Son inmunes a los ERES. Y lo de dimitir no va con ellos, salvo que se lleven consigo unos cuantos millones. Se comenta que aunque roben o estafen no van a la cárcel.
La hipocresía y cierto grado de prepotencia en el trato les definen a la perfección. De vez en cuando la prepotencia se apodera de ellos y hacen cosas extrañas como lanzar amenazas a través de vídeos caseros para decir mas tarde que lo hicieron para defenderse porque les tienen manía.
Entre ellos siempre andan sonriendo y se les suele ver en almuerzos y cenas de postín. A algunos podemos encontrarlos los domingos en la iglesia. Con la que por cierto se llevan muy bien. Entre otras cosas la libran de los impuestos, amén.
Pero estos seres también tienen su punto débil. Y es su ignorancia. Desconocen que, algún día, sus burbujas estallarán, no tendrán un chófer en la puerta esperándoles y perderán la capacidad de darle la vuelta a la realidad. Porque la realidad está ahí, debajo de sus narices y un día se la van a encontrar de cara y perderán. Vaya que si perderán.